Lenia Batres Guadarrama
Foto: Rafael Tonatiuh González |
Es notoria la ausencia de testimonios o, más bien, la falta de memoria sobre este movimiento habiendo tantos activistas vivos, incluso muchos en la vida intelectual y en la vida pública. No se encuentran libros sobre el Consejo Estudiantil Universitario. Y La Jornada, que narró día a día su desenvolvimiento, no tiene digitalizados aún sus números anteriores a 1996. Nadie festeja cada año ni la fundación del CEU ni el estallamiento de la huelga ni el inicio o término del Congreso Universitario. No se organizan conferencias, mesas redondas ni seminarios para recordar al CEU y analizar a la UNAM a la luz de éste.
En comparación con los movimientos estudiantiles de 1968 y 1999, el de 1986 fue largo y sereno. Pero, al igual que aquéllos, intensamente formativo.
El único texto que he encontrado sobre el CEU lo hallé en los estantes de libros viejos del Centro Histórico. Se trata de una tesis titulada "Movimiento de una comunicación estudiantil. (Crónica de los procesos comunicativos durante el movimiento del Consejo Estudiantil Universitario, entre septiembre de 1986 y febrero de 1987)", que Lilia Monroy Limón "presenta para obtener el título de Licenciada en Ciencias de la Comunicación" en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Está fechada en mayo de 1992. Creo que no conocí a la autora, pero parece haber sido activista del propio movimiento, como su, muy probablemente, hermano Alberto Monroy Limón, integrante de la Comisión Especial del Consejo Universitario que sacó adelante la elección de la Comisión Organizadora del Congreso Universitario.
Foto: Rafael Tonatiuh González |
Este año, en el Facebook (en el 86 no había ni teléfonos celulares...) algunos activistas saludamos el 25 aniversario del CEU el 31 de octubre pasado. Ojalá próximamente estemos escribiendo algo más sobre esa historia, tan feliz, tan exitosa, y de tanto aprendizaje.
Foto: Rafael Tonatiuh González |
Foto: Rogelio Cuéllar,
archivo de La Jornada
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La desmemoria del CEU contrasta con la profunda huella que dejó en sus activistas. Fundamentalmente, por haber formado parte de esa voz colectiva, la identidad de los muchos que siempre es más que la propia, con la excepcional sensación de estar haciendo historia. Las ansias libertarias de una generación, nuestra generación. Esa voz, que en los discriminados, pobres, morenos, indígenas, jóvenes y, muchas, mujeres, resonará en un eco justiciero que nos salvaguardará para siempre del anonimato conformista. Se alegará enseguida que éste no fue un movimiento de excluidos, de marginados sociales. Y es cierto, quizá eso determinó su éxito, la composición social clasemediera de su dirigencia. Pero participamos muchos excluidos políticos que tal vez estábamos llamados a pluralizar la visión universitaria y finalmente, como en aquel momento no imaginamos, a pluralizar también el poder político nacional. Nuevamente los jóvenes, a abrir la asfixia del autoritarismo reeditado de nuestro sistema educativo, de nuestro sistema político.
En principio, aquellos ceuístas teníamos una misión clara. Estábamos llamados a defender a la más importante, centenaria, institución educativa pública construida en nuestro país y su acceso para todos. Y lo logramos. Más aún, masivamente, con militancia, con fiesta, con discusión. Sin cárcel, sin muerte. Fuimos un poderoso Nosotros.
El movimiento estudiantil del 86, como todos los movimientos sociales, nos revivió. Nos arrancó del ostracismo. Nos entregó a los amigos más fraternos, más solidarios, más aventureros, más sabios. A los amores intensos, inciertos y fantasiosos de la adolescencia. Nos puso a inventar consignas, canciones, leyendas, artículos, dípticos, trípticos, folletos, ponencias. De repente todos éramos teóricos de la educación, todos sabíamos que México no invertía el 8% que la UNESCO recomendaba para la educación pública. Todos esperábamos un nuevo proceso de enseñanza-aprendizaje, que erradicara de una buena vez el autoritarismo de las aulas y formara ciudadanos críticos e informados y no sólo fuerza de trabajo para el capital. Y todos éramos iguales. Nuestra voz valía lo mismo que la del de enfrente. Al menos en la asamblea. Todo en asamblea. Maratónicas asambleas, que esperábamos con ansias. Lo que no ocurría ahí no ocurría. Lográbamos ser dentro de ese intenso Nosotros. Fuimos movimiento social, irrumpimos, expresamos, propusimos, construimos, creamos. Encontramos la experiencia extraordinaria del estado naciente del que hablaba Francesco Alberoni, que cuestiona una realidad que nos es intolerable y ayuda a generar un nuevo orden institucional.
Los jóvenes de los 80 quisimos emular a los del 68 deteniendo las reformas de Carpizo, defendiendo el carácter público y gratuito de la Universidad Nacional.
La fuerza del movimiento del 86 fue, además de la proveniente del colectivo unánime en el rechazo al incremento de cuotas, la de contar con una dirigencia preparada, valiente y leal con sus bases; y con una estrategia inteligente de comunicación, movilización y diálogo simultáneos.
La burocracia universitaria (cual partido conservador) quedó exhibida en su cruda pequeñez autoritaria y manipuladora en aquellos diálogos públicos del 12 al 16 de enero de 1987, transmitidos por Radio Universidad.
Carlos Imaz Gispert, Imanol Ordorika Sacristán, Antonio Santos Romero, Guadalupe Carrasco Licea, Óscar Moreno Corso, Andrea González Rodríguez daban voz a la inconformidad y adquirían en ese momento la dirección incuestionable, casi legendaria, del movimiento.
A través de ellos, los estudiantes logramos comunicar por qué no tenían justificación académica ni política las reformas a los reglamentos generales de Pagos, de Inscripciones y de Exámenes aprobadas por el Consejo Universitario el 11 y 12 de septiembre de 1986. La Rectoría gastó millones de pesos en inventar la imagen de estudiantes "violentos", manipulados por "fuerzas ajenas a la universidad" y "fósiles" del CEU. Pero no pudieron contra el perfil de estudiantes creativos, inteligentes y racionales que ya se había reflejado en aquellos diálogos y que a través de marchas, mítines, huelga y Congreso Universitario transmitimos hasta el fin del movimiento. La fuerza de la razón estaba ya de nuestro lado, como dejó constancia Carlos Mendoza en Canal 6 de Julio.
Carlos Imaz Gispert, Imanol Ordorika Sacristán, Antonio Santos Romero, Guadalupe Carrasco Licea, Óscar Moreno Corso, Andrea González Rodríguez daban voz a la inconformidad y adquirían en ese momento la dirección incuestionable, casi legendaria, del movimiento.
A través de ellos, los estudiantes logramos comunicar por qué no tenían justificación académica ni política las reformas a los reglamentos generales de Pagos, de Inscripciones y de Exámenes aprobadas por el Consejo Universitario el 11 y 12 de septiembre de 1986. La Rectoría gastó millones de pesos en inventar la imagen de estudiantes "violentos", manipulados por "fuerzas ajenas a la universidad" y "fósiles" del CEU. Pero no pudieron contra el perfil de estudiantes creativos, inteligentes y racionales que ya se había reflejado en aquellos diálogos y que a través de marchas, mítines, huelga y Congreso Universitario transmitimos hasta el fin del movimiento. La fuerza de la razón estaba ya de nuestro lado, como dejó constancia Carlos Mendoza en Canal 6 de Julio.
En medio de aquella realidad monolítica de los 80, en la que sólo existía la verdad oficial, los estudiantes pudimos discutir como iguales frente a la autoridad.
Con un ridículo pretexto de un supuesto secuestro de dos integrantes de la pretendida organización estudiantil Voz Universitaria, el 16 de enero se suspendieron los diálogos. El CEU publicó en La Jornada uno de los documentos más importantes del movimiento: La contrapropuesta del CEU. El 29 de enero estalló la huelga con una manifestación que reunió a cerca de 300,000 estudiantes en el Zócalo de la Ciudad.
El 9 de febrero más de 100,000 estudiantes congregados en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco exigimos derogación de las reformas a los reglamentos generales de Pagos, de Inscripciones y de Exámenes; Congreso Universitario democrático y resolutivo, y constitución de una Comisión Organizadora del Congreso Universitario.
Al día siguiente el Consejo Universitario aprobó suspender los reglamentos generales de Inscripciones, de Exámenes y de Pagos; que el Consejo Universitario asumiría los acuerdos de un Congreso Universitario y la formación de una comisión para la organización y elaboración de bases y convocatoria del Congreso.
Formarían esa comisión 16 miembros electos por el Consejo Universitario, quienes definirían las bases y procedimientos para la elección, por voto universal y directo de los estudiantes, de 16 miembros —seis de bachillerato, seis de licenciatura y cuatro de posgrado—; por voto universal y directo del personal académico, de 16 miembros —cuatro de bachillerato, ocho de licenciatura y cuatro del área de investigación—, ocho representantes de los trabajadores administrativos, y ocho de la Rectoría.
Los siguientes meses fueron de provocación y de la insistencia de desprestigiar al movimiento estudiantil.
En la Prepa 6, de tan acentuado conservadurismo, hicimos una ardua campaña. Recuerdo aquella hazaña de llenar el auditorio con un concierto de Los Nakos, a los que la comunidad coreó feliz mientras llamábamos a votar por la planilla del CEU para la integración de la Comisión Organizadora del Congreso Universitario (COCU). Sin querer, se tuvieron que suspender clases. Unos días después, el 3 de diciembre de 1987, ganamos las elecciones. No logramos reiterar un triunfo en posteriores comicios.
Quedaron electos los siguientes representantes de los estudiantes y académicos de la COCU, aplicando la proporcionalidad de las planillas que contendieron: Por los profesores: del CAU, con 42.5% de la votación: Fausto Nava (bachillerato) Adolfo Gilly (licenciatura), Arturo Delgado (bachillerato) y Axel Didriksson (licenciatura); y del FAU, con 57.5% de la votación: Máximo Carbajal, Elvia Campuzano, José Sanginés Barraza, Rogelio Escartín Chávez, Isidoro García Martínez, Jorge Cortés Obregón, Carlos Rosales Ortega y Carlos Oronoz Santana. Por el sector de investigación, de AU, con 61.82% de la votación: Rafael Pérez Pacual, Arturo Warman y José Ruiz de la Herrán; del PUI, con 38.38% de los votos, Felipe Lara Rosano. Por los estudiantes, el CEU, con 75.13% de los votos, ocupa los 16 lugares en la representación estudiantil: bachillerato: Leobardo Ordaz Zamorano, Yolanda Susana Cruz Bonilla, Andrea González Rodríguez, Martí Batres Guadarrama, Víctor Virueña Muñiz y Adolfo Llubere Sevilla; licenciatura: José Luis Alvarado González, María Isabel Vizuet González, Imanol Ordorika Sacristán, Raúl Rincón Baltazar, Ricardo Becerra Lguna y Agustín Guerrero Castillo; y por el posgrado: Carlos Imaz Gispert, María Luisa Ceja Velázquez, Jorge Zavala Hidalgo y Ricardo Gamboa Ramírez.
Quedaron electos los siguientes representantes de los estudiantes y académicos de la COCU, aplicando la proporcionalidad de las planillas que contendieron: Por los profesores: del CAU, con 42.5% de la votación: Fausto Nava (bachillerato) Adolfo Gilly (licenciatura), Arturo Delgado (bachillerato) y Axel Didriksson (licenciatura); y del FAU, con 57.5% de la votación: Máximo Carbajal, Elvia Campuzano, José Sanginés Barraza, Rogelio Escartín Chávez, Isidoro García Martínez, Jorge Cortés Obregón, Carlos Rosales Ortega y Carlos Oronoz Santana. Por el sector de investigación, de AU, con 61.82% de la votación: Rafael Pérez Pacual, Arturo Warman y José Ruiz de la Herrán; del PUI, con 38.38% de los votos, Felipe Lara Rosano. Por los estudiantes, el CEU, con 75.13% de los votos, ocupa los 16 lugares en la representación estudiantil: bachillerato: Leobardo Ordaz Zamorano, Yolanda Susana Cruz Bonilla, Andrea González Rodríguez, Martí Batres Guadarrama, Víctor Virueña Muñiz y Adolfo Llubere Sevilla; licenciatura: José Luis Alvarado González, María Isabel Vizuet González, Imanol Ordorika Sacristán, Raúl Rincón Baltazar, Ricardo Becerra Lguna y Agustín Guerrero Castillo; y por el posgrado: Carlos Imaz Gispert, María Luisa Ceja Velázquez, Jorge Zavala Hidalgo y Ricardo Gamboa Ramírez.
Finalmente, después de reiterados intentos de suspender el Congreso, de intensificar la búsqueda del desprestigio de los ceuístas y, finalmente, de buscar generar una correlación de fuerzas favorable a las autoridades en el Congreso Universitario, logramos su realización.
Carlos Cruz Camacho, Jorge Calzado, Angélica Gallardo, Julián Manrique, Juan Pablo Soriano... |
Martín Beltrán, Martí Batres, Mauricio López... |
El 15 de marzo de 1990 se elige a los delegados al Congreso. Participan como candidatos: 216 investigadores para 106 lugares; 792 maestros para 318; 879 estudiantes para 318 posiciones. De un padrón de 328,676 votantes, acuden a las urnas 128,123 académicos y estudiantes, cerca del 40%.
Presentación de Tercera Llamada Arnaldo Córdova, Alejandro Álvarez, Ivonne Melgar, Sergio Ortiz Leroux, Mónica Ugarte, Armando Quintero... |
El CEU gana 210 de los 318 espacios de representación de los estudiantes en el Congreso, es decir, el 66.45% del total.
Participé en una planilla como candidata al Congreso ya por la Facultad de Derecho. Perdí. Como perdió también Martí, mi hermano, a muy corta distancia del triunfo. (Poco después sería el primer consejero técnico electo por la comunidad estudiantil proveniente del sector democrático en la Facultad.) Mi hermana Olinamir logró ser delegada del CCH Vallejo.
Participé en una planilla como candidata al Congreso ya por la Facultad de Derecho. Perdí. Como perdió también Martí, mi hermano, a muy corta distancia del triunfo. (Poco después sería el primer consejero técnico electo por la comunidad estudiantil proveniente del sector democrático en la Facultad.) Mi hermana Olinamir logró ser delegada del CCH Vallejo.
Como a muchos activistas, el movimiento estudiantil me hizo sentir el poder desde abajo. Empoderamiento diríamos ahora. En el CEU aprendí a hablar en público, a organizar asambleas, a improvisar discursos, a buscar argumentos, a coordinar estrategias, a escuchar, convencer y a admirar a otros.
Un mundo nuevo, la nueva institucionalidad necesaria, no llegó a la UNAM, pero le dejamos, además de la gratuidad, la muestra de una convivencia respetuosa posible, de que es deseable y positiva la democracia académica y de que la Universidad en la pluralidad puede hacer más en conjunto.
Las autoridades se negaron a asumir esta sencilla lección y en 1999 intentaron nuevamente poner en marcha las reformas excluyentes. Y vendría un doloroso desencuentro universitario que, con un enorme costo, logró finalmente impedir el incremento de cuotas.
Un mundo nuevo, la nueva institucionalidad necesaria, no llegó a la UNAM, pero le dejamos, además de la gratuidad, la muestra de una convivencia respetuosa posible, de que es deseable y positiva la democracia académica y de que la Universidad en la pluralidad puede hacer más en conjunto.
Las autoridades se negaron a asumir esta sencilla lección y en 1999 intentaron nuevamente poner en marcha las reformas excluyentes. Y vendría un doloroso desencuentro universitario que, con un enorme costo, logró finalmente impedir el incremento de cuotas.
Lenia Batres, Miroslava García y Jorge Calzado |
En el turno matutino de Prepa 6 había más activistas: Lorenza Manrique Mansour (representante ante el CEU), Armando Alegre, Lénika Ávila, Tania Barberán Soler, Rodrigo Bazán Bonfil, Carlos Castañeda Flores, Ulises Castellanos, Betty Durán, Cecilia Espinosa García, Jorge Gidi, Sergio González, Rolando Guzmán, Julián Manrique Monsour, Humberto Monteón, Jaime Ramírez Garrido, Daniel Silva Valencia, Alicia Yvonne Simms y Felipe Zermeño, .
Juan Jaime Anaya Gallardo,
Martí Batres, Humberto Aranda,
Sofía Ochoa, Carlos Estrada Meraz,
Josué García, Lenia Batres,
Jesús Castillo, Fernando Vargas
y José Luis Tuñón
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Martí Batres y Orfe Castillo con activistas de Prepa 7 |
Foto: Jesús Ramírez Cuevas |
25 años después, el CEU ha dado académícos, científicos, cineastas, músicos, escritores, pintores, actores, periodistas, políticos... Muchos de los activistas del Consejo Estudiantil Universitario destacan en las diversas actividades a que se dedican. ¿Dónde habrán quedado los estudiantes que apoyaban al ala conservadora? En fin, esa es otra historia.
Foto: Imanol Ordorika Santos, Ordorika e Imaz |
3 de noviembre de 2011