Todos hemos pecado

Lenia Batres Guadarrama

El domingo fui a la Cineteca Nacional. Mi hijo me dijo que con eso del buenfin los boletos estarían a 25 pesos (por lo menos aquí sí había descuentos). Buena noticia para estos tiempos de extrema escasez. El cine ha sido una de las mayores delicias de mi vida. Nunca reviso la cartelera. Allí veo qué hay y decido. Compré boleto para Todos hemos pecado, película mexicana. No leí la reseña ni vi el reparto.

Al entrar en la sala vi que estaba Angélica Aragón sentada, platicando con un joven, hasta adelante. Antes de iniciar la película el joven se paró frente al auditorio, anunció la presencia de la actriz y se presentó. Era Alejandro Ramírez, director de la película. Comentó que apenas Angélica iba a ver montado el filme y quería escuchar nuestra opinión.

Veo en su blog que tiene 32 años. Me prejuició quizá. Casi me duermo en la primera parte. Áridos escenarios, diálogos largos, silencios. Pueblo pintoresco, recurso inacabable en el cine nacional. Inconexo diálogo con movimiento corporal de los personajes. "Es para allá" pero caminan al otro lado. Vestimenta inadecuada de La chingada vieja. Demasiadas entradas escritas. Mucha palabra jocosa. Qué sería del cine mexicano contemporáneo sin el "Órale puto", "Ya te cargó la Chingada", "Ándale culero"...

Internada en una excesiva criticidad hacia el director allí presente --casi lo justifico por andar haciendo sus pininos, pero no se vale que los haga aquí, en la Cinenteca, y con tan buen reparto: Alberto Estrella, Aleyda Gallardo, Mario Almada, Julio Bracho, Alonso Echánove, Gustavo Sánchez Parra, Patricia Reyes Spíndola, Jorge Adrián Spíndola, Rafael Redondo, Delia Casanova, Angélica Aragón, Luis Felipe Tovar, María Rojo, Vanessa Bauche y Manuel Ojeda--, de repente, que se conectan los episodios. Ja. Eso era. Jajaja. Qué ingenioso.

Alejandro Ramírez logra una sorprendentemente bien armada historia. Ilustra genialmente a la muerte, una muerte tradicional mexicana, por supuesto. Y entonces los diálogos no exageran. Y la decadencia es ironía.

"El Hombre sin Nombre", "La Chingada Vieja", "El Mátalas Callando", "La Difunta", "El Tarugo", "Tartamudo", "La Doñita", "José, El Tendero" y el "Cuenta Chiles” vienen a cuento.

La historia fantástica cambia todo. Es metáfora. Y si algo sabemos hacer los mexicanos es la metáfora. Qué bien se nos da. Somos incapaces de expresar cosas simples. Tenemos que programarnos para decir lo que queremos decir. Por eso hablamos a través de la metáfora. Somos los reyes de la metáfora. Nos rebasa. Con metáforas pedimos, criticamos, protestamos, amamos, cotidianamente. Es sutileza vital mexicana, nuestro calor, nuestra diplomacia, nuestro humor.

Y los pueblos mágicos mexicanos son la metáfora en sí mismos. Y tan precisos para ilustrar a la muerte. A la muerte mexicana: humilde pero no triste, árida pero colorida, dramática pero querendona. 

La cinta tiene paisajes de Atlixco, San Gabriel Chillac, Calpan, Cholula, Izúcar de Matamoros y Tehuacán, municipios de Puebla estupendos para alimentar al cine fantástico pintoresco de personajes de simple apariencia, románticos, paradójicos, irónicos, como los mexicanos mismos.

En fin, que de aburrida historia, salió una mágica y pintoresca comedia.

La muerte hace bien su papel, pero me encantaron la desfasada novia de locura pueblerina Angélica Aragón y una siempre maravillosa María Rojo ahora de diablita que se queja de que para qué tanto pecador si todos se arrepienten y se van al cielo.

Al final, como postre casi, el diálogo con Alejandro y Angélica. Sencillos, tanto que no parecen del mundo del cine, no del cine ese de artistas que cobran millones de dólares por una actuación. Leo que Angélica Aragón es hija de "Ferrusquilla" y sobrina de Luis Echeverría. Tiene 58 años. Se ha visto más delgada en otros momentos, pero sigue teniendo un rostro afable y mirada de mujer interesante. Ha participado en ¡58 películas! Su voz resuena en la sala. Se comenta fascinada del atípico trabajo de Alejandro, de su creatividad --es el autor del guión, además de director.

Ambos agradecen la presencia del público que es el que ha permitido que la película siga en cartelera a poco más de dos semanas de su estreno.

Y la historia terrible de la competencia desigualísima con el cine gringo a la hora de la exhibición. Qué injusticia habiendo tanta creatividad en nuestro cine.

Hacía tiempo que no me entusiasmaba tanto ninguna película mexicana.

23 de noviembre de 2011