En estas dos últimas semanas se han delineado las características que seguramente tendrá la campaña presidencial.
Cerrazón de los medios electrónicos de comunicación. Radio y televisión se acorazan alrededor del candidato priista Enrique Peña Nieto e incluso militan abiertamente en su favor, como en el caso de Televisa y Mileniotv.
Manipulación de encuestas. A estas alturas es difícil creer una sola de las encuestas que circulan. No ha sido creíble que el candidato de la izquierda permanezca en tercer lugar a una distancia muy grande del primer lugar, abajo incluso del porcentaje histórico de la izquierda en su conjunto. No hay datos de la realidad que justifiquen un resultado en ese sentido. Quizá por eso, en días pasados resulta que “ya alcanzó” a Josefina Vázquez Mota en el segundo lugar…
Posicionamiento forzado. Estos dos elementos tienen que ver con un intento de control de la percepción pública. Algunos “analistas” escriben como si estuviese sucediendo el resultado que deseaban provocar: que la contienda estaría situada entre dos candidatos de derecha; que López Obrador sería una reedición de su campaña de 2006; que Peña Nieto lograría dar esa imagen de político moderno alternativo al panismo gobernante…
Intensa información vía redes sociales. Afortunadamente, Facebook y Twitter están reflejando lo que no se ve en medios comerciales y está rompiendo lo que no pueden mantener con un control extremo de encuestas, contenidos y análisis de las campañas. La afluencia informativa está siendo impresionantemente intensa. Errores de los candidatos, fotos de mítines, evidencias de noticias falsas, reporteo directo, etcétera, circula rápidamente. Podríamos pensar que ésta quizá sea la primera campaña política en México en la que la comunicación vía internet puede tener un impacto importante si no definitorio en la votación misma.
Ante estos elementos que esbozan las inclinaciones de la campaña, vale la pena destacar el eco que naturalmente producen los errores de la candidata panista Josefina Vázquez Mota. Apenas este viernes en Matamoros, Tamaulipas, la acompañó un convoy militar y policiaco desmedido, volvió a pronunciarse por favorecer el lavado de dinero y se le volvió a vaciar el auditorio durante su discurso.
Algunos dirigentes de Morena, empezando por Andrés Manuel, preocupados porque esos yerros ocupen nuestra atención, nos alertan de que no es ella la adversaria en esta contienda.
Es curioso que a pesar del respaldo del aparato del gobierno federal, parece abandonada. Tal vez sea el resultado de que quien le dio el triunfo en las dos campañas anteriores al PAN no fue ese aparto de gobierno sino el de los grandes empresarios ahora desbocados en apoyar a Peña Nieto.
Es este personaje ignorante, insulso, acartonado, encerrado en su burbuja de mítines preparados por gobiernos priistas, el adversario a vencer. Hacia él debemos enfilar nuestro ingenio verbal.
Al viejo, viejísimo, estilo priista, se apoya en un mensaje ambiguo que busca no tener identidad. Se apoya en la popularidad de su esposa actriz. No le preocupa que su público se vea totalmente ajeno a los mítines, es sólo escenografía de un requisito que debe cumplirse para su imposición mediática. Pero su tamaño es obvio; es personalmente insignificante, sin discurso, convicciones, sin liderazgo alguno. Ni como si fuera un guión de telenovela estudia las condiciones de vida de los mexicanos. Más bien, como refleja su hija, su esposa, desprecia al pueblo.
Por eso es aún más peligroso. Peña Nieto no tiene personalidad alguna. Depende en 100% de los grupos fácticos que se empeñan por llevarlo a la presidencia.
Peña Nieto representa la ignominia que sería para nuestro país regresar al PRI al poder. No al PRI corporativista a veces coqueteando con ayudar a resolver demandas sociales. Ya esa base social no existe. Desde Salinas, su único entendimiento de las demandas de la gente es el control. Por eso no son programas sociales sino de control social los que impulsan. Tampoco es el PRI laico, liberal, que dejó de existir. Él es del Opus Dei. Peña Nieto no tiene nada que ver con el pueblo, representa la oscuridad de su sometimiento a poderes fácticos cuya agenda política no es transparente, no está sometida al escrutinio ni a la votación.
Peña Nieto circula con esa falsa seguridad que le brinda la enorme publicidad que se le ha dado en televisión. Pero en esta campaña ha exhibido que su punto débil es no contar con apoyo real de simpatizantes que razonen y hagan una campaña de difusión de argumentos. Luego de que el jueves López Obrador exhibió que tan sólo en sus espectaculares rebasó ya el tope de campaña y llamó a documentar cada anuncio, se subieron fotos en las que se observa que mandó retirar anuncios.
Explotemos ese punto débil. Es cierto, Josefina Vázquez Mota no es nuestra adversaria, es Peña Nieto a quien debemos vencer. No lo perdamos de vista.
RevistaEMET, 14 de abril de 2012.