Lenia
Batres Guadarrama
Debe
sentirse mucha impotencia que cada iniciativa impulsada desde la ensuciada
estrategia priista salga contraproducente. De ahí la creciente agresividad de la
campaña de Peña Nieto contra López Obrador.
La
guerra sucia contra Andrés Manuel no está empezando ahora, comenzó en 2006 y
siguió cada día de estos últimos seis años. Más bien la campaña electoral es la
que ha hecho posible que el candidato de la izquierda desvanezca los fantasmas
inventados para vacunar el apoyo que podría obtener de la clase media y
empresarial mexicana.
Los
medios de comunicación crearon todo un discurso para legitimar, primero, la
supuesta derrota electoral y, después, la repulsión del liderazgo político de
López Obrador.
Bastó,
sin embargo, el puro acceso a los medios de comunicación, nuevamente, aun
inequitativo, para que la gente pudiera observar que todo aquello que
repitieron hasta el cansancio los locutores de Televisa y TV Azteca no era
cierto. Ni intolerancia, ni mesianismo, ni mucho menos locura, sino
precisamente lo contrario: apertura a todos los sectores, esperanza
democrática, posibilidad de generar poder popular y el más intenso trabajo
personal y colectivo, es el que se logró, finalmente trasminar como el gran
sostén del liderazgo que ha acompañado a López Obrador en los últimos años. Ningún
candidato tiene, ni podría tener por su origen, una plataforma política tan
finamente trabajada como la que ha generado un amplio equipo de mexicanos
destacados en diversas especialidades para ofrecer al país, como la que ha ido
presentando Andrés Manuel.
Televisa
escribió un guión para el candidato priista, y éste lo ensayó fielmente. Pero
la realidad no responde a guiones preestablecidos. Bien dicen que la política
es, entre otras cosas, el arte de responder a lo inesperado. Y cuando se ve que
Peña Nieto no ha podido responder, se constata que el PRI todo poderoso,
embaucador añejo, es ya sólo decadencia de un sistema autoritario que debió
haberse marchado hace décadas de nuestro país.
La
guerra sucia que ahora se intenta no está teniendo el éxito de 2006 porque la
gente ya vio que la engañaron. Porque no se puede engañar mil veces ni mucho
menos de la misma forma a nadie. Y los priistas, en el pecado, llevan la
penitencia. Las mentiras vacunan a las mentiras.
Hace
15 días el PRI –como siempre, ayudado por el PAN en esta guerra sucia--
intensificó los ataques hacia López Obrador, primero en las redes sociales, a
través de una tonta estrategia de generación de trending topics (TT) artificialmente, con motores. Es una
estrategia absurda porque es el ingenio, la naturalidad y la espontaneidad lo
que da vida a los TT y cuando éstos no surgen de ahí, pues no tienen vida en
las propias redes. Es decir, los usuarios de las redes no pueden ser engañados
con esos TT. Nadie los toma en serio. ¿Para qué hacerlos?
Pero
esta estrategia ya salió del Internet para inventar hechos que buscan un
desprestigio dirigido hacia el punto no débil sino más fuerte de López Obrador:
su honestidad.
Primero,
se inventó a unas Adelitas agraviadas con el incumplimiento de vivienda desde
hace nueve años. Un a tontería, porque las Adelitas fuimos brigadistas que nos
movilizamos en 2008 contra la privatización de Pemex.
Se
cayó rápido esta mentira y siguieron con la recolección de dinero entre
empresarios. Muy moralistas los locutores de Televisa condenaban este miércoles
la posible ilegalidad de un monto que tendría que comprobarse en la realidad,
cuando ni siquiera ha sido tema de sus “análisis” la documentación de los
gastos de campaña denunciados por Ricardo Monreal como coordinador de la
campaña de López Obrador en contra de Peña Nieto, además de que no simplemente
no es tema de estudio ningún caso de la permanente y escandalosa corrupción de
los gobiernos del PRI.
Y no
se ha quedado ahí, ahora han querido sembrar temor a la estabilidad económica
de un posible gobierno de Andrés Manuel, con un supuesto impacto de su
incremento en las encuestas en la devaluación de estos días.
Comento
que la gente está vacunada porque su reacción es maravillosa ante la ausencia
de credibilidad ganada a pulso por la televisión y los priistas: en vez de
sancionar la supuesta solicitud de dinero por AMLO, la respuesta ha sido: Por
qué no hacemos la colecta nosotros. ¿A dónde hay que depositar?
Agotaron
hace mucho la infamia. Poco probable que en un mes revivan lo que no pudieron
ya en más de seis intensos años de mentir.
¿Qué
hacer ante la difamación que se intensificará estos días ante la ausencia de
oferta política, creatividad y liderazgo de Peña Nieto?
Nos
toca a nosotros, simplemente, seguir desenmascarando la mentira. No dejemos de
hacerlo. La verdad y la su inercia están de nuestro lado, pero ahora, además,
Andrés Manuel y miles de mexicanos tenemos medios de comunicación con qué
evidenciarla.
Revista EMET, 2 de junio de 2012.