Lenia Batres Guadarrama
Este 2008 comienza con desasosiego. Primero, las alzas de precios a los productos básicos, la consumación del libre comercio en maíz y ahora, también, un nuevo golpe a la libertad de expresión.
La despedida de Carmen Aristegui de la W Radio sólo puede responder a la censura gubernamental o a la autocensura acostubrada de Televisa para seguir haciendo el trabajo comunicador del poder, lo que a su vez le repercute en contratos de publicidad, mayores concesiones y menos impuestos. En todo caso, es lo mismo, una censura encubierta, que responde a los signos de agrado o desagrado que le son directamente emitidos particularmente desde la Presidencia.
Al corto gobierno ilegítimo de Calderón no había sido suficiente haber sacado del aire a Gutiérrez Vivó, ni la censura de la película (finalmente exitosa) de Fraude, México 2006. Ni le habían bastado los condicionamientos y reprimendas que se viene ejerciendo desde el pasado sexenio para controlar a la prensa mexicana por medio de la censura y el control de la publicidad gubernamental.
Ahora vino el catigo ejemplar contra Carmen Aristegui que osó dar continuidad a las protestas contra el fraude electoral, incluso dando voz a quien todos asumieron que debía declararse inexistente: Andrés Manuel López Obrador. Tuvo también la insolencia no sólo de dar continuidad sino de investigar la pederastia y su encubrimientio desde la Iglesia católica mexicana, en el que directamente estaba involucrado nada menos que el obispo primado de México, monseñor Norberto Rivera Carrera.
Carmen Aristegui presentó a testigos de la muerte de doña Ernestina Ascencio y cuestionó que el resultado anterior a la investigación criminológica dado a conocer por Felipe Calderón, de la muerte por gastritis, tuviera algo de cierto. Llevó a su cabina al presidente municipal de Soledad Atzompa y a los familiares de doña Ernestina.
En fin, es una gran pérdida la de Aristegui para el periodismo verdadero y para la libertad de expresión. Su salida es signo inequívoco del endurecimiento de los tiempos venideros, de la urgencia del régimen de contar con más periodistas que inventen y recreen la realidad a gusto del presidentito de derecha.
7 de enero de 2008.